¿Está agotado el modelo extractivo? Nuevas propuestas económicas postminería
- Walter Rivera
- 31 jul
- 2 Min. de lectura
La caída de los precios de los minerales, la conflictividad social y el deterioro ambiental han vuelto a poner en tela de juicio la sostenibilidad del modelo extractivo en América Latina. Muchos países comienzan a preguntarse si su dependencia de la minería está obstaculizando transiciones económicas más inclusivas, resilientes y sostenibles.

(M&T)-. Durante las últimas dos décadas, el auge de los commodities mineros impulsó el crecimiento de economías como Perú, Chile y Bolivia, aportando ingresos fiscales y atrayendo inversión extranjera directa. Sin embargo, el modelo extractivo ha mostrado límites claros, especialmente en términos de diversificación productiva, generación de empleo de calidad y preservación de los ecosistemas.
Según el informe “La economía del futuro” de la CEPAL, la región enfrenta una “trampa de los recursos naturales”, donde el crecimiento depende excesivamente de la extracción, sin desarrollar industrias asociadas ni mejorar la productividad. Esto se traduce en economías vulnerables a los ciclos internacionales de precios y con baja innovación tecnológica.
A nivel social, los conflictos por el agua, la tierra y la contaminación han aumentado, especialmente en territorios indígenas o rurales. En Perú, por ejemplo, la Defensoría del Pueblo ha registrado más de 120 conflictos socioambientales activos en 2024, muchos de ellos vinculados a actividades mineras.
Frente a este panorama, nuevas propuestas económicas comienzan a emerger en la región, apostando por modelos postextractivos. Ecuador y Bolivia, por ejemplo, exploran estrategias de transición hacia economías basadas en el conocimiento, la bioeconomía y los servicios ecosistémicos. En Colombia, se discute la implementación de “zonas de transición justa”, donde comunidades afectadas por la minería sean beneficiarias de reconversión productiva y programas de formación.
La propuesta no es abandonar la minería de inmediato, sino transformarla en parte de una estrategia más amplia, con límites claros, valor agregado local y una planificación territorial que priorice derechos humanos y sostenibilidad. “Se trata de dejar atrás la lógica de sacrificio ambiental a cambio de divisas, y avanzar hacia una economía del cuidado, del conocimiento y de la vida”, afirmó la economista ecuatoriana Karina López en un foro de la Universidad Andina.
La discusión también ha llegado a los organismos multilaterales. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que la diversificación económica y el fortalecimiento de cadenas productivas locales son esenciales para una transición justa, especialmente en regiones históricamente dependientes de la minería.
En un contexto global marcado por la crisis climática y la presión sobre los recursos naturales, América Latina tiene la oportunidad de reimaginar su desarrollo más allá del extractivismo, integrando innovación, inclusión y sostenibilidad. Lo que está en juego no es solo un modelo económico, sino el futuro del territorio y sus comunidades.
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