¿Volverán los subsidios masivos? El rol del gasto público en un año de crecimiento moderado
- Walter Rivera
- 30 jul
- 2 Min. de lectura
Ante la desaceleración y la inflación persistente, los gobiernos latinoamericanos se cuestionan si deben reactivar subsidios masivos. Con poco margen fiscal, el rol del gasto público vuelve al centro del debate.

(M&T)-. El gasto público está llamado a jugar un papel crucial en 2025, un año en el que organismos como la CEPAL y el FMI proyectan un crecimiento moderado para América Latina, entre el 1,9 % y el 2,2 %. Esta leve expansión, afectada por la desaceleración global, la incertidumbre política interna y el bajo dinamismo del comercio internacional, obliga a los gobiernos a decidir entre austeridad fiscal o intervencionismo selectivo, especialmente en sectores vulnerables y estratégicos.
Los subsidios masivos, que fueron el pilar del escudo económico durante la pandemia, están reapareciendo en el discurso político, pero con un enfoque distinto. En países como Argentina, El Salvador y Honduras, se estudian subsidios dirigidos a alimentos, transporte y energía, no como medidas expansivas generales, sino como mecanismos temporales y focalizados para contener el malestar social frente al alza en el costo de vida. Según el BID, más del 35 % de la población urbana en América Latina se encuentra en riesgo de inseguridad económica por el encarecimiento sostenido de servicios esenciales.
El dilema es político y técnico. Por un lado, las elecciones presidenciales en México, Venezuela y Uruguay presionan por decisiones populares, y los subsidios suelen ser políticamente rentables. Por otro, el espacio fiscal es limitado, y el financiamiento de subsidios sin una reforma tributaria integral podría agravar desequilibrios macroeconómicos, como advirtió recientemente el Banco Mundial en su análisis fiscal para América Latina.
Algunos países están optando por subsidios productivos en lugar de asistencialismo. En Guatemala, el Ministerio de Economía ha priorizado transferencias condicionadas a PYMES tecnológicas y agrícolas, buscando mantener el empleo y fomentar encadenamientos locales. En Chile, se han reactivado programas de ayuda energética para hogares en zonas extremas, vinculados al cumplimiento de metas de eficiencia energética y consumo responsable.
El gasto público, entonces, se redefine más allá del asistencialismo. La tendencia actual apunta a un gasto estratégico, medido por su retorno social y económico. Esto incluye inversión en infraestructura verde, programas de empleabilidad juvenil y mecanismos de alivio para sectores endeudados, como el transporte o la educación privada.
“El reto no es volver a subsidiar, sino saber dónde, cuánto y por cuánto tiempo”, explica Alicia Bárcena, exsecretaria ejecutiva de la CEPAL, al resaltar la importancia de combinar responsabilidad fiscal con sensibilidad social. En un año de crecimiento limitado, el gasto público se convierte en la principal herramienta para evitar un deterioro mayor en los niveles de vida, pero su legitimidad dependerá de su eficacia y transparencia.
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