¿Organismo irrelevante o motor económico? El destino del SICA en disputa
- Walter Rivera

- 17 sept
- 2 Min. de lectura
En un contexto marcado por cambios políticos y desafíos económicos globales, la integración centroamericana enfrenta un punto de inflexión. El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), creado con el propósito de fortalecer la unión regional, se encuentra entre la parálisis institucional y la posibilidad de reinventarse ante las tensiones entre mandatarios y las nuevas dinámicas comerciales.

(M&T)-. El SICA, fundado en 1991, se concibió como el eje de la cooperación política, económica y social de la región, pero en los últimos años ha sufrido un estancamiento provocado por diferencias ideológicas y prioridades nacionales contrapuestas. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el comercio intrarregional representa alrededor del 30% de las exportaciones totales, un dato que refleja el valor estratégico de la integración, pero también su vulnerabilidad frente a la falta de consensos.
Las tensiones políticas han incidido directamente en la cooperación económica. El distanciamiento entre Nicaragua y varios países miembros, la redefinición de la política exterior de El Salvador bajo Nayib Bukele, así como la fragilidad institucional en Guatemala y Honduras, han generado una fragmentación que limita la capacidad del SICA para actuar de forma conjunta. La reciente falta de acuerdos para nombrar al secretario general del organismo es un ejemplo de la parálisis que enfrenta.
Expertos en política regional señalan que la integración centroamericana está atrapada en una encrucijada: o se revitaliza con un liderazgo más pragmático y orientado al comercio, o corre el riesgo de quedar relegada a un papel simbólico. “La región necesita un SICA operativo, no solo retórico, para aprovechar oportunidades como el nearshoring y los tratados comerciales con Norteamérica y Europa”, explicó Enrique Daza, analista del Instituto de Integración Centroamericana.
No obstante, la presión de los mercados globales y la competencia por atraer inversión extranjera podrían forzar una nueva dinámica. La logística, la energía y el turismo siguen siendo sectores en los que la cooperación regional puede generar sinergias importantes. Tal como destaca la CEPAL, una integración más profunda permitiría a Centroamérica ganar competitividad frente a otras regiones emergentes, siempre que exista la voluntad política para superar rivalidades.
La disyuntiva es clara: o el SICA se transforma en un instrumento eficaz de coordinación económica y política, o se arriesga a convertirse en un organismo irrelevante en medio de los retos que enfrenta la región. La respuesta dependerá no solo de los gobiernos, sino también de la presión de los sectores empresariales y de la sociedad civil que demandan resultados concretos.









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