Crisis hídrica global: Soluciones urgentes para un recurso amenazado

Esa fue la pregunta que una adolescente formuló en medio de la devastación causada por el superciclón Odisha, en India.

(M&T)-. Su voz, entre ruinas y enfermedades, dejó claro que la falta de previsión en el acceso al agua no solo amplifica el impacto de una tragedia, sino que también limita la recuperación de las comunidades más vulnerables.

La seguridad hídrica ya no es una meta a largo plazo, sino una necesidad urgente. El cambio climático, el deterioro ambiental y la antigüedad de las infraestructuras han revelado la fragilidad de los sistemas de abastecimiento. Desde India hasta América Latina, los patrones climáticos erráticos, las sequías prolongadas y las inundaciones repentinas están redefiniendo cómo se gestiona el agua, y más importante aún, quién accede a ella.

Una nueva visión para un recurso esencial

En los últimos 50 años, el almacenamiento natural de agua se ha reducido en 27 billones de metros cúbicos, a causa de la degradación del suelo, la pérdida de humedales y el agotamiento de los acuíferos. Además, el 83 % de las especies de agua dulce ha desaparecido, un reflejo del colapso de ecosistemas clave. Hoy, 1 de cada 10 personas vive en países con escasez crítica, y para 2040, 1 de cada 4 niños enfrentará estas condiciones si no se implementan soluciones concretas.

Los sistemas actuales no fueron diseñados para este mundo cambiante. Infraestructuras como las represas (muchas construidas hace más de medio siglo) se apoyan en datos hidrológicos obsoletos. Solo en India, 6,886 embalses están en riesgo de colapso, lo que evidencia una urgencia estructural global.

Ante este escenario, se proponen cuatro líneas de acción clave:

• Replantear el almacenamiento hídrico, combinando soluciones naturales y construidas. Un ejemplo es el embalse Lower Racibórz en Polonia, que funciona como llanura inundable y ha protegido ciudades enteras de inundaciones extremas.

• Integrar tecnología avanzada, como sensores remotos e inteligencia artificial. En India, un sistema de IA predice inundaciones con un 90% de precisión, y en Brasil, el monitoreo en tiempo real ha transformado la respuesta ante sequías.

• Fortalecer la gobernanza del agua, estableciendo acuerdos formales entre países que comparten cuencas. De las 360 cuencas internacionales, solo 41 cuentan con mecanismos de cooperación estructurados.

• Cerrar la brecha de financiamiento, que exige US$6.7 billones para 2030 y US$22.6 billones para 2050. Se requiere mayor participación del sector privado, como ya ocurre en Chile y Perú, donde se reutiliza el agua residual para reducir la dependencia del agua dulce.

La seguridad hídrica no solo reduce vulnerabilidades ante desastres: genera empleos, impulsa la economía y mejora la salud pública. Durante la sequía en Ciudad del Cabo en 2018, se perdieron los medios de vida de 20,000 trabajadores agrícolas, mientras que en la República Democrática del Congo, un programa de acceso al agua promete crear 30,000 nuevos empleos.

El mensaje es claro: sin agua, no hay desarrollo, ni salud, ni estabilidad. Prevenir es más rentable y justo que socorrer. La seguridad hídrica no puede seguir siendo un asunto postergado, porque el futuro económico y social del planeta depende de su garantía.

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