¿Cómo medir el desempeño en la era digital y del trabajo remoto?
- Walter Rivera
- 26 jun
- 2 Min. de lectura
Durante décadas, la productividad se ha medido casi exclusivamente con indicadores como horas trabajadas, unidades producidas o retorno sobre la inversión. Sin embargo, en un entorno marcado por el teletrabajo, la automatización, los servicios basados en conocimiento y las nuevas dinámicas organizacionales, estas métricas tradicionales comienzan a mostrar limitaciones.

(M&T)- . América Latina, que busca acelerar su competitividad en medio de cambios estructurales, necesita repensar con urgencia cómo mide y gestiona el desempeño laboral y empresarial. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), América Latina es una de las regiones con mayor brecha entre el crecimiento económico y la productividad laboral (OIT, 2023). Esto evidencia que producir más no siempre significa trabajar mejor. Frente a esto, empresas, gobiernos y centros de innovación están adoptando nuevos marcos para evaluar el desempeño que van más allá del output físico.
Uno de los enfoques emergentes es la productividad basada en valor creado, no solo en cantidad producida. Este paradigma, impulsado por instituciones como el BID y la OCDE, enfatiza el aporte cualitativo del trabajo: creatividad, resolución de problemas, colaboración e impacto en el cliente. Por ejemplo, firmas como Globant y Rappi están utilizando modelos de desempeño que priorizan la innovación, la adaptabilidad y la experiencia del usuario.
Otro cambio significativo es la incorporación de indicadores de bienestar y sostenibilidad como parte del rendimiento. Empresas como Natura, Unilever o Grupo Bimbo han integrado métricas de salud mental, balance vida-trabajo y huella de carbono en sus tableros de productividad. Según el World Economic Forum (2024), los entornos que promueven el bienestar laboral son hasta un 23% más productivos que aquellos que solo priorizan resultados operativos.
La tecnología también está redefiniendo la medición. Plataformas de analítica avanzada, inteligencia artificial y sistemas ERP permiten capturar en tiempo real datos sobre desempeño individual, dinámicas de equipo y flujos de procesos. El uso ético y transparente de estas herramientas es clave para evitar sesgos, promover la autonomía y mantener la confianza de los trabajadores. Microsoft, por ejemplo, ha promovido un enfoque de “medición con propósito”, donde los datos no se usan para vigilancia, sino para mejorar procesos colaborativos (Microsoft Work Trend Index, 2023).
El sector público no se queda atrás. Gobiernos como el de Chile, Colombia y Costa Rica están adoptando marcos de evaluación basados en resultados (MfDR, por sus siglas en inglés), con foco en impacto ciudadano y eficiencia interinstitucional. Esto permite que las políticas públicas sean evaluadas no solo por su ejecución presupuestaria, sino por los cambios concretos que generan en la sociedad.
Además, se están promoviendo modelos híbridos que combinan evaluación cuantitativa con feedback continuo.Herramientas como OKRs (Objectives & Key Results), conversaciones trimestrales de desempeño y encuestas de clima laboral están sustituyendo las tradicionales evaluaciones anuales. Según Gallup (2023), las organizaciones que utilizan feedback frecuente y participativo aumentan su retención de talento en un 27%.
Medir productividad hoy exige una visión sistémica, centrada en el valor, el bienestar, la tecnología y el propósito. Para América Latina, este cambio de enfoque es una oportunidad no solo para mejorar su competitividad, sino también para construir culturas laborales más humanas, resilientes y sostenibles.
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