Biodiversidad como ventaja competitiva del sector turístico
- Walter Rivera
- 28 may
- 3 Min. de lectura
¿Y si la biodiversidad dejara de ser solo un concepto ecológico para convertirse en una ventaja competitiva del turismo?

(M&T)-. En un momento donde las estrategias sostenibles ganan espacio en la agenda empresarial, el sector turístico tiene en sus manos una oportunidad valiosa: transformarse en un aliado directo para la recuperación de los ecosistemas.
Así lo plantea Arturo Crosby, editor de Natour, en una reflexión publicada en el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica. Su enfoque propone mirar al turismo no como un enemigo del medioambiente, sino como una herramienta capaz de contribuir activamente a la regeneración de la naturaleza, siempre que se reestructuren sus prioridades y narrativas.
La biodiversidad (entendida como la variedad de vida en el planeta, desde los genes hasta los hábitats) es clave para la salud del entorno natural y humano. Esta diversidad se manifiesta a tres niveles: genético, de especies y de ecosistemas, y su deterioro pone en riesgo la calidad del aire, del agua, la producción alimentaria y el equilibrio climático global.
Durante años, el turismo ha sido visto como una fuerza que ejerce presión sobre la naturaleza, desde playas masificadas hasta montañas convertidas en zonas de alto impacto. Sin embargo, este paradigma está cambiando. Hoy, el turismo puede ser más que un visitante: puede ser actor activo en la conservación y regeneración del medio ambiente.
Esto exige una transformación profunda en la forma en que empresas y destinos gestionan su relación con el entorno. La sostenibilidad ya no puede comunicarse solo desde la eficiencia operativa: hablar de reducción de huella de carbono o uso responsable de energía, sin que esto se traduzca en una experiencia perceptible para el cliente, no genera valor ni fidelidad.
La clave está en conectar con emociones, sentidos y narrativas visuales. Elementos tangibles como fauna amenazada, ecosistemas frágiles o paisajes degradados pueden convertirse en motores de atracción turística. Estas representaciones no solo son impactantes, sino que hacen evidente la necesidad de proteger aquello que emociona al viajero.
En ese sentido, el turismo debe alejarse de acciones simbólicas poco efectivas, como las plantaciones de árboles sin mantenimiento o con especies no autóctonas. La nueva apuesta es vincularse a proyectos concretos de conservación y restauración ambiental, con resultados medibles y beneficios compartidos entre comunidades locales, operadores y ecosistemas.
Iniciativas como Tourism4Nature, en alianza con Green&Human, son ejemplo de esta visión renovada. Proponen un modelo donde el turismo se alinea con programas validados de conservación de biodiversidad, generando un retorno de inversión no solo económico, sino también ambiental y reputacional.
¿Por qué apostar por la biodiversidad desde el turismo? Porque su pérdida reducirá el atractivo de destinos, elevará los costos de adaptación al cambio climático y afectará el acceso a recursos vitales para el desarrollo del sector. Preservar la naturaleza no es solo una acción ética, es una decisión estratégica de largo plazo.
Este enfoque se enmarca en lo que ya se denomina turismo regenerativo, un modelo que no busca solo reducir impactos, sino generar beneficios positivos para el entorno. Una forma de devolver a la naturaleza parte de lo que el turismo obtiene de ella.
La ecuación es clara: sostenibilidad + biodiversidad = competitividad. Apostar por este camino no es una opción futura, sino una necesidad actual que puede marcar la diferencia entre un destino genérico y uno verdaderamente memorable.
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