Transformando el turismo desde lo local
- Walter Rivera
- 26 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 jul
A medida que América Latina redefine su modelo económico pospandemia, el turismo emerge como una oportunidad estratégica para el desarrollo sostenible.

(M&T)-. Los flujos internacionales aún no alcanzan los niveles prepandemia, lo que ha llevado a gobiernos, comunidades y emprendedores a mirar hacia adentro: al turismo de base local como motor de crecimiento económico, inclusión y resiliencia territorial.
En Centroamérica y gran parte de América del Sur, el turismo comunitario está dejando de ser una tendencia de nicho para convertirse en un eje de política pública. En Costa Rica, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo Turístico 2022–2027 prioriza el fortalecimiento del “turismo rural comunitario” como herramienta para distribuir mejor los beneficios de la actividad, según el Instituto Costarricense de Turismo (ICT). La estrategia incluye acceso a financiamiento, promoción internacional y capacitación para emprendimientos liderados por mujeres e indígenas.
En Guatemala, organizaciones como la Red de Turismo Comunitario Ak'Tenamit han logrado consolidar experiencias integradas en torno al ecoturismo, la cultura maya y la gastronomía local, con beneficios directos para más de 1.500 personas en el Caribe guatemalteco. Según un estudio de Rainforest Alliance (2023), este tipo de iniciativas tienen un retorno social tres veces superior al del turismo convencional.
Uno de los ejes estratégicos para 2025 será la tecnología. Plataformas como Rutopia en México o Awake en Colombia están revolucionando el sector al conectar a viajeros con comunidades locales mediante sistemas de reservas inteligentes. Según el BID Lab, estas herramientas digitales han incrementado en un 45 % la ocupación en destinos no tradicionales, al tiempo que garantizan un pago justo y mayor autonomía a los anfitriones rurales.
La gobernanza multiactor también se consolida como pilar fundamental. En Ecuador, el programa “Pueblos Mágicos”, liderado por el Ministerio de Turismo, ha logrado articular esfuerzos entre municipios, pequeñas empresas y guías locales para fortalecer el turismo cultural y patrimonial en zonas rurales. La iniciativa ya incluye a más de 30 localidades y ha comenzado a replicarse en Perú y Honduras, con adaptaciones a las realidades locales.
A esta transformación se suma una necesidad urgente: fortalecer la resiliencia climática de los destinos. De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT), los territorios que no integren la gestión ambiental en su modelo turístico estarán en desventaja competitiva. Esto es especialmente relevante para regiones costeras de Panamá, Belice y el Caribe colombiano, donde el aumento del nivel del mar y fenómenos extremos amenazan la infraestructura y la seguridad de las comunidades.
Además, varios países están revisando los indicadores de éxito turístico. Chile y Uruguay, por ejemplo, han comenzado a incorporar métricas relacionadas con bienestar, inclusión y huella ecológica en sus estadísticas oficiales. Este giro responde a un enfoque emergente: el turismo regenerativo, que busca no solo minimizar impactos, sino también restaurar ecosistemas y fortalecer el tejido social.
Lo que antes se consideraba una modalidad marginal hoy se presenta como una solución sistémica. Las experiencias de base local no solo diversifican la economía, sino que promueven identidad, sostenibilidad y arraigo territorial. En este nuevo mapa del turismo regional, lo local ya no es periférico: es el nuevo centro de gravedad.
Comments