Puerto Rico acelera su transición hacia la energía limpia
- Carlos Guisarre
- hace 2 horas
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La Isla del Encanto vive un auge de las energías eólica y fotovoltaica que impulsan la economía y la sostenibilidad.

(M&T)-. Puerto Rico vive un momento crucial en su transición hacia las energías limpias, con un crecimiento sostenido de la energía eólica y fotovoltaica en la última década. Este avance no solo ha sido clave para diversificar la matriz energética de la isla, históricamente dependiente de combustibles fósiles, sino que también ha tenido un impacto positivo en la economía, generando empleos, atrayendo inversiones y fortaleciendo la resiliencia energética frente a los desafíos del cambio climático.
Según datos de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y la Oficina Estatal de Política Pública Energética, la capacidad instalada de energía solar fotovoltaica en Puerto Rico ha crecido exponencialmente en los últimos años, alcanzando más de 600 megavatios (MW) en sistemas residenciales, comerciales e industriales. Este aumento ha sido impulsado por incentivos gubernamentales, financiamiento privado y una mayor conciencia ciudadana sobre la necesidad de adoptar soluciones sostenibles.
Por su parte, la energía eólica, aunque representa una menor proporción dentro del portafolio energético, ha mostrado avances notables con proyectos como el Parque Eólico Santa Isabel, que desde su inauguración en 2012 ha suministrado energía a miles de hogares y ha reducido significativamente las emisiones de carbono.
El crecimiento de estas tecnologías ha generado beneficios económicos palpables. En primer lugar, ha fomentado la creación de empleos locales en instalación, mantenimiento y operación de sistemas solares y eólicos, así como en la cadena de valor de productos y servicios asociados. Según estimaciones del sector, se han creado miles de puestos de trabajo, muchos de ellos en comunidades rurales donde las oportunidades laborales son limitadas.
Además, la adopción masiva de energía fotovoltaica en hogares y empresas ha reducido los costos energéticos a mediano y largo plazo, liberando recursos que pueden destinarse a otras áreas de consumo o inversión. Esto ha sido especialmente relevante en un contexto en el que los precios de la electricidad en Puerto Rico se encuentran entre los más altos de Estados Unidos y el Caribe.
La expansión de las energías renovables también ha sido un imán para la inversión extranjera y local, atrayendo empresas especializadas y promoviendo alianzas público-privadas para el desarrollo de proyectos a gran escala. Esto ha fortalecido la capacidad productiva del sector energético, con efectos multiplicadores en la economía.
El huracán María en 2017 marcó un antes y un después en la visión energética de Puerto Rico. Los devastadores apagones que afectaron a toda la isla evidenciaron la fragilidad del sistema eléctrico y reforzaron la necesidad de avanzar hacia un modelo descentralizado, donde las microredes solares y los sistemas eólicos jueguen un papel clave en la resiliencia comunitaria.
Desde entonces, múltiples programas de instalación de paneles solares con almacenamiento en baterías se han implementado en hospitales, escuelas y centros comunitarios, garantizando el acceso a electricidad en momentos críticos. Esto no solo ha mejorado la calidad de vida de miles de puertorriqueños, sino que también ha reducido la vulnerabilidad económica frente a desastres naturales.
Mirando hacia adelante, Puerto Rico se ha trazado ambiciosas metas: alcanzar un 40 % de generación renovable para 2025 y 100 % para 2050, según establece la Ley 17-2019. Para cumplir con estos objetivos, será fundamental acelerar la interconexión de proyectos solares y eólicos a gran escala, fortalecer la red de transmisión y distribución, y seguir incentivando la participación ciudadana.
En definitiva, el crecimiento de la energía eólica y fotovoltaica no solo está transformando la matriz energética de Puerto Rico, sino que también está sembrando las bases de una economía más sostenible, resiliente y próspera. La combinación de beneficios ambientales, sociales y económicos convierte a las renovables en un motor clave para el futuro de la isla.