Los nuevos precios del petróleo reconfiguran la estrategia energética de la región
- M&T

- 21 oct
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El precio del petróleo vuelve a ubicarse en el centro de la agenda económica mundial. Los conflictos geopolíticos en Medio Oriente, las restricciones a la producción impuestas por la OPEP+ y la incertidumbre sobre el ritmo de crecimiento de China están configurando un escenario de alta volatilidad energética. Este panorama plantea un nuevo desafío para las economías de Centroamérica, altamente dependientes de la importación de hidrocarburos.

(M&T)-. Según el Banco Mundial, el precio promedio del barril de crudo podría mantenerse entre US$85 y US$90 durante 2025, con episodios de aumento si persisten las tensiones entre grandes productores. Para países como El Salvador, Honduras, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua, donde el transporte y la generación eléctrica dependen en gran medida de los combustibles fósiles, el impacto se refleja directamente en el costo de vida y la competitividad empresarial.
En economías con alta participación de pymes, el aumento en los costos energéticos puede traducirse en presiones inflacionarias y menores márgenes de ganancia. Estudios recientes del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) advierten que un incremento sostenido del 10% en los precios del petróleo puede elevar la inflación regional hasta 0.8 puntos porcentuales en el corto plazo, afectando especialmente a los sectores transporte, alimentos y manufactura ligera.
Sin embargo, la coyuntura también abre un espacio para acelerar la transición energética. Los gobiernos centroamericanos están apostando por diversificar su matriz, con proyectos de energía solar, geotérmica y eólica que ya representan más del 50% de la capacidad instalada en algunos países. Costa Rica, por ejemplo, se mantiene entre las naciones con mayor proporción de energía renovable en el mundo, mientras que El Salvador y Guatemala incrementan sus inversiones en parques solares.
La clave estará en mantener un equilibrio entre sostenibilidad y estabilidad económica. Aunque la región avanza hacia fuentes más limpias, la dependencia de los derivados del petróleo sigue siendo significativa, especialmente en transporte público y logística. De no haber políticas de mitigación, los nuevos precios del crudo podrían ralentizar la recuperación del consumo y aumentar los costos de producción industrial.
En el corto plazo, los países centroamericanos deberán fortalecer sus reservas estratégicas y acuerdos de importación flexibles, mientras avanzan en alianzas regionales para compartir infraestructura energética. En el mediano plazo, la integración de redes eléctricas y el desarrollo de biocombustibles podrían reducir la vulnerabilidad ante los vaivenes del mercado internacional.









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