La gastronomía como motor económico: Turismo culinario en alza
- Walter Rivera
- 22 jul
- 2 Min. de lectura
La cocina dejó de ser solo cultura o experiencia sensorial para convertirse en motor económico. En América Latina, el turismo culinario impulsa pymes, transforma comunidades y atrae viajeros que buscan algo más que paisajes: Sabores auténticos.

(M&T)- El turismo gastronómico ha crecido más del 15% anual en la última década en la región, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Este fenómeno ha colocado a ciudades como Lima, Ciudad de México, Bogotá y Oaxaca en el radar de viajeros internacionales dispuestos a gastar más en experiencias culinarias que en alojamiento. Restaurantes con identidad local, mercados tradicionales y rutas de ingredientes autóctonos se han convertido en productos turísticos con alto valor agregado.
Países como Perú han liderado esta tendencia. Gracias al posicionamiento internacional de chefs como Gastón Acurio, la gastronomía peruana se ha convertido en una marca país, atrayendo visitantes que buscan desde ceviche hasta cocina amazónica. Según PromPerú, más del 40% de los turistas que llegan al país mencionan la comida como uno de sus principales motivadores de viaje, lo que ha generado una cadena de valor que incluye agricultores, pescadores, transportistas y cocineros locales.
En Centroamérica y el Caribe, la diversificación del producto turístico hacia lo culinario ha sido clave para dinamizar economías locales. En destinos como Antigua Guatemala, San José, Cartagena o San Juan, el crecimiento de festivales gastronómicos, tours de cocina y mercados agroartesanales ha creado nuevas oportunidades para emprendimientos. De acuerdo con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), la gastronomía representa entre el 20% y el 30% del gasto total de los turistas en la región.
Además, la apuesta por ingredientes autóctonos y prácticas sostenibles fortalece la identidad territorial y promueve el comercio justo. Iniciativas como el Plan Nacional de Turismo Gastronómico de Colombia, o el programa Sabores de El Salvador, buscan rescatar recetas tradicionales y posicionar la cocina local como una fuente de orgullo, empleo y valor exportable.
Sin embargo, el reto sigue siendo la profesionalización del sector y la articulación entre turismo, agricultura, educación y cultura. Según un informe de la CEPAL, solo el 25% de los emprendimientos gastronómicos turísticos en América Latina cuenta con formación formal en gestión empresarial o marketing digital, lo que limita su escalabilidad.
Frente a este escenario, la gastronomía se consolida como un motor económico multidimensional, capaz de dinamizar cadenas productivas locales, atraer divisas y posicionar identidades nacionales. Con inversión estratégica y formación técnica, el turismo culinario puede ser una palanca de desarrollo inclusivo, sostenible y con sabor propio.
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