Inversión extranjera dinamiza el sector bancario en Centroamérica y el Caribe
- Walter Rivera
- 22 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 jul
La banca en América Latina vive un nuevo ciclo de transformaciones estructurales impulsado por la inversión extranjera. Fusiones, adquisiciones y alianzas estratégicas están reconfigurando el mapa financiero, generando oportunidades, pero también nuevas interrogantes sobre control, regulación y soberanía económica.

(M&T)-. Fondos de inversión globales, bancos multinacionales y grupos financieros regionales están adquiriendo participación en instituciones bancarias locales, motivados por el crecimiento de la bancarización, la digitalización acelerada y los márgenes más altos respecto a economías desarrolladas. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el sector financiero captó más del 12% del total de inversión extranjera directa (IED) en la región durante 2023, destacando países como Colombia, Perú, México y República Dominicana.
Uno de los movimientos más visibles fue el de Grupo Aval (Colombia) vendiendo activos en Centroamérica a inversionistas extranjeros, incluyendo la venta del BAC Credomatic en El Salvador. De igual forma, Citigroup concretó su salida de la banca minorista en varios países latinoamericanos, traspasando operaciones a bancos locales o conglomerados regionales, como ocurrió en México con la venta de Banamex (aún en proceso), y anteriormente en Nicaragua y Panamá.
Fondos como Advent International, Carlyle Group y SoftBank han mostrado fuerte apetito por instituciones con alto potencial digital y regionalización, como demuestra su participación en fintechs y neobancos que han comenzado a obtener licencias bancarias o fusionarse con entidades tradicionales. En Brasil, la compra parcial del Banco Inter por parte de StoneCo, respaldado por Berkshire Hathaway, refleja esta dinámica.
En el Caribe, la banca canadiense (Scotiabank, CIBC, RBC) ha reconfigurado su presencia, vendiendo parte de sus operaciones a grupos locales como GHL o a nuevas entidades regionales, buscando mayor eficiencia operativa y alineación con prioridades globales. En cambio, en países como República Dominicana o Guatemala, la entrada de capital panameño y colombiano ha fortalecido la presencia de grupos como Grupo Promerica y Grupo Ficohsa.
Este proceso plantea retos regulatorios importantes. Los entes supervisores de la región están siendo presionados a actualizar marcos legales y normativos para equilibrar la protección del sistema financiero con la atracción de inversión. De acuerdo con un estudio reciente del BID, “el dinamismo en fusiones bancarias podría generar riesgos de concentración si no se gestionan adecuadamente, especialmente en economías pequeñas”.
Los expertos coinciden en que esta nueva ola de inversión extranjera en la banca regional no solo busca rentabilidad, sino acceso a nuevos ecosistemas digitales, expansión regional estratégica y captación de segmentos no bancarizados. Sin embargo, también abre debates sobre quién decide el rumbo del crédito, la inclusión y la transformación financiera en América Latina.
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