¿Está preparada la banca centroamericana para una crisis global?
- Walter Rivera
- hace 17 horas
- 2 Min. de lectura
La economía global navega aguas inciertas. La desaceleración en China, el endurecimiento monetario en EE. UU. y Europa, los conflictos geopolíticos prolongados y las crecientes tensiones en los mercados energéticos han vuelto a poner sobre la mesa una pregunta clave para Centroamérica: ¿está su sistema bancario preparado para resistir una nueva crisis global?

(M&T)-. Aunque los indicadores macroeconómicos aún no muestran signos de colapso inminente, los analistas coinciden en que la región debe reforzar su blindaje. La solidez de la banca se vuelve estratégica en un escenario de alta exposición externa.
Según datos del Consejo Monetario Centroamericano (CMCA), la mayoría de los bancos en la región presenta niveles de capitalización superiores al mínimo regulatorio y mantienen reservas de liquidez razonables. Países como Panamá, Costa Rica y Guatemala destacan por la solidez de sus indicadores bancarios y su supervisión relativamente robusta.
No obstante, el sistema financiero regional también enfrenta vulnerabilidades estructurales, entre ellas:
Alta concentración del crédito en sectores específicos, como consumo y construcción.
Dependencia del financiamiento externo en algunos mercados.
Escasa diversificación del portafolio bancario.
Riesgo de contagio por volatilidad cambiaria o aumento en tasas de interés globales.
Lecciones de 2008, y de la pandemia
La crisis financiera de 2008 golpeó con menos intensidad a Centroamérica que a otras regiones, en parte porque su banca tenía una exposición limitada a activos tóxicos. En contraste, la pandemia de 2020 sí expuso la fragilidad de sectores informales, redujo el ritmo del crédito y obligó a reestructurar préstamos masivamente.
En ambos casos, la reacción de los bancos fue más prudente que en economías desarrolladas, pero también más conservadora: se redujo el crédito nuevo y aumentó la cautela frente a riesgos operativos, lo cual frenó la recuperación económica posterior en algunos países.
¿Qué pasaría ante una nueva crisis?
Los escenarios que hoy más preocupan incluyen:
Un colapso de la demanda global, que afectaría las exportaciones centroamericanas.
Una caída en las remesas, que impactaría directamente el consumo y el pago de créditos familiares.
Fluctuaciones abruptas del tipo de cambio, especialmente en economías con tipo de cambio flexible como Honduras y Costa Rica.
Fugas de capitales o reducción del crédito internacional, lo que podría poner presión sobre los bancos que dependen de financiamiento externo.
¿Qué están haciendo los reguladores?
Los bancos centrales y superintendencias de la región han avanzado en:
Implementación de Basilea III en Panamá, Costa Rica y El Salvador.
Pruebas de estrés financiero para simular choques externos en entornos controlados.
Planes de contingencia y fortalecimiento de los fondos de garantía de depósitos.
Fomento a la inclusión financiera como forma de ampliar la base de clientes y reducir la concentración del riesgo.
La pregunta ya no es si habrá otra crisis global, sino cuándo y qué tan profunda será. En ese contexto, la banca centroamericana debe asumir un papel más activo en la construcción de resiliencia económica, mediante políticas anticíclicas, inversiones en transformación digital, gobernanza de riesgo y, sobre todo, visión a largo plazo.
Centroamérica no puede blindarse del todo frente a una tormenta financiera global, pero sí puede (y debe) estar mejor preparada para capearla.
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