El avance de las monedas locales digitales: ¿Amenaza o aliado para la estabilidad regional?
- Walter Rivera
- 1 ago
- 2 Min. de lectura
En medio de una transformación financiera global impulsada por la digitalización y la desconfianza hacia el efectivo, las monedas digitales emitidas por bancos centrales comienzan a tomar fuerza en América Latina.

(M&T)-. Países como Brasil, Jamaica y México ya exploran activamente modelos de moneda digital soberana como parte de sus estrategias de inclusión financiera y fortalecimiento monetario.
El real digital (Drex) en Brasil, actualmente en fase piloto, apunta a integrar a millones de personas no bancarizadas y reducir costos transaccionales a través de una infraestructura basada en blockchain. En Jamaica, el Jam-Dex se convirtió en la primera moneda digital de curso legal de la región, y busca agilizar pagos y expandir servicios financieros en zonas rurales. Mientras tanto, el Banco de México planea lanzar su peso digital en 2025, con énfasis en interoperabilidad con el sistema bancario tradicional y plataformas fintech.
La promesa es clara: mayor eficiencia, trazabilidad y reducción de la economía informal, que en algunos países supera el 40% del PIB según el BID. Sin embargo, los riesgos no son menores. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que sin regulaciones sólidas y coordinación regional, estas iniciativas pueden afectar la estabilidad financiera, aumentar la volatilidad de capitales y generar desintermediación bancaria. “Una moneda digital mal implementada podría exacerbar crisis cambiarias y provocar salidas masivas de depósitos en bancos comerciales”, señaló Tobias Adrian, director del Departamento de Mercados Monetarios del FMI.
También hay inquietudes sobre la privacidad de los usuarios y la posibilidad de un control excesivo del Estado sobre las transacciones cotidianas, un punto sensible en democracias jóvenes o con instituciones frágiles. Además, la infraestructura tecnológica desigual entre países plantea brechas de acceso que podrían profundizar la exclusión.
No obstante, para muchos economistas regionales, el potencial de las monedas digitales como aliadas en la integración monetaria es significativo. “Podrían facilitar el comercio intrarregional, la trazabilidad de remesas y una mejor gestión fiscal”, opinó el economista dominicano Henri Hebrard. El Banco Central de Uruguay también ha resaltado la posibilidad de usar su futura moneda digital como herramienta para combatir el lavado de dinero y mejorar la transparencia del gasto público.
El debate está abierto: mientras algunos temen que se conviertan en instrumentos de control o desestabilización, otros ven en ellas una herramienta estratégica para cerrar brechas y ganar soberanía tecnológica. Lo cierto es que, en una región marcada por crisis recurrentes y una alta informalidad, la correcta implementación de monedas locales digitales puede inclinar la balanza entre avance o retroceso económico.
Comentarios