Crisis de agua en ciudades: ¿Emergencia puntual o falla estructural?
- Walter Rivera
- 30 jul
- 2 Min. de lectura
La falta de agua potable se ha convertido en una constante en ciudades latinoamericanas, donde barrios enteros pasan semanas sin acceso regular al servicio y los racionamientos son parte del día a día.

(M&T)-. Aunque eventos climáticos extremos como sequías prolongadas agravan la situación, detrás de cada corte hay una historia de mala gestión, planificación deficiente y deterioro de infraestructuras clave. Desde Ciudad de México hasta Lima y Santiago, los sistemas de abastecimiento de agua enfrentan una presión sin precedentes. En muchos casos, el crecimiento urbano desordenado ha superado la capacidad de las fuentes hídricas locales y ha rebasado la infraestructura existente. Según datos de la CEPAL, al menos el 20% de la población urbana latinoamericana vive con suministro irregular de agua, una cifra que tiende a aumentar con el cambio climático y la expansión de asentamientos informales.
La emergencia hídrica no es solo un problema climático, sino estructural. “Los cortes de agua en varias ciudades no se deben únicamente a la falta de lluvias, sino a una mezcla de políticas públicas ineficientes, redes de distribución envejecidas y sobreexplotación de acuíferos”, explicó en una reciente entrevista Oscar Pintos, presidente de la Asociación Latinoamericana de Operadores de Agua y Saneamiento (ALOAS).
En ciudades como Bogotá o São Paulo, las pérdidas de agua por fugas en las redes de distribución superan el 40%, según el Banco Mundial. Esto significa que casi la mitad del agua tratada nunca llega al usuario final. A esto se suma la falta de inversión sostenida en nuevas tecnologías de captación, tratamiento y reutilización de agua, especialmente en zonas periurbanas.
En algunos países, las sequías están siendo utilizadas como catalizadores para repensar la gestión hídrica. Chile, por ejemplo, discute un marco normativo que priorice el consumo humano sobre el uso agrícola e industrial. Sin embargo, los intereses económicos y políticos dificultan una verdadera reforma del modelo actual, que en muchos casos aún privilegia concesiones privadas con escaso control público.
Los expertos coinciden en que la solución pasa por políticas integrales: fortalecer las instituciones hídricas, promover el reuso y la eficiencia, diversificar fuentes de abastecimiento y, sobre todo, planificar el crecimiento urbano con criterios de sostenibilidad hídrica. Sin una visión de largo plazo, la región enfrentará cada vez más emergencias puntuales que, en realidad, reflejan una falla estructural crónica.
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