Claves para transformar clientes en embajadores de marca
- M&T
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En un entorno donde los consumidores reciben miles de impactos publicitarios a diario, la clave para que una marca destaque no siempre está en vender más, sino en construir conexiones genuinas y sostenibles.

(M&T)-. El marketing relacional se posiciona como una estrategia esencial para aquellas empresas que buscan ir más allá de la transacción, poniendo en el centro la experiencia y la fidelización del cliente. Esta metodología plantea que cada interacción, desde el primer contacto hasta el servicio postventa, sea una oportunidad para crear valor y fortalecer el vínculo emocional con el consumidor.
De acuerdo con Lizzy Picado, directora de la Escuela de Mercadeo de la Universidad San Marcos (USAM), las compañías que adoptan el marketing relacional entienden que cada cliente representa una historia y una oportunidad a largo plazo. Esto implica conocer sus motivaciones, preferencias y necesidades en cada punto de contacto, generando experiencias personalizadas y memorables.
Para implementar esta estrategia, Picado propone cuatro prácticas fundamentales. La primera es conocer al cliente más allá de la compra, utilizando herramientas como encuestas, entrevistas o redes sociales para entender su perfil y expectativas. En segundo lugar, ofrecer atención personalizada, adaptando ofertas y mensajes a sus intereses reales.
El tercer punto es premiar la lealtad, creando programas que reconozcan el compromiso y no solo el volumen de consumo. Finalmente, recomienda comunicar con empatía y constancia, manteniendo una relación cercana y honesta que perdure más allá de la venta.
Estas acciones no solo contribuyen a mejorar la experiencia del cliente, sino que también pueden incrementar la rentabilidad y sostenibilidad de una empresa. Cuando se ejecuta correctamente, el marketing relacional convierte a los consumidores en defensores activos de la marca, generando un efecto multiplicador a través de la recomendación y la reputación positiva.
En un mercado cada vez más competitivo, la confianza del consumidor se ha vuelto un activo estratégico. Invertir en relaciones sólidas no es solo una cuestión de branding, sino una ventaja competitiva capaz de marcar la diferencia frente a quienes se limitan a competir por precio o volumen.