La adopción de datos verdes avanza en la región, pero aún con brechas
- Walter Rivera

- 24 sept
- 2 Min. de lectura
La sostenibilidad dejó de ser un concepto aspiracional para convertirse en un requisito de competitividad. Hoy, las empresas no solo deben reducir su impacto ambiental, sino también demostrarlo con cifras claras y verificables.

(M&T)-. En este escenario surge la llamada revolución de los datos verdes, una tendencia que impulsa la medición precisa de indicadores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) y abre la puerta a convertirlos en valor económico tangible.
Según el World Economic Forum, más del 90 % de las grandes corporaciones a nivel global ya publican algún tipo de reporte de sostenibilidad. Sin embargo, la brecha está en la calidad y comparabilidad de los datos. Muchas empresas de América Latina enfrentan el desafío de recopilar, estandarizar y auditar información ambiental, lo que limita su capacidad para acceder a financiamiento sostenible o para competir en mercados internacionales.
El avance de la inteligencia artificial y el big data está acelerando esta transformación. Herramientas digitales permiten rastrear en tiempo real la huella de carbono, el consumo energético y el uso de recursos hídricos. De acuerdo con Deloitte, aquellas compañías que integran métricas ambientales en su estrategia corporativa logran aumentar la confianza de inversionistas y clientes, y además mejoran su rendimiento financiero a largo plazo.
Otro factor clave es la monetización de la sostenibilidad. El Banco Mundial estima que el mercado global de bonos verdes superó los US$2.3 billones en 2024, con una creciente participación de países emergentes.
Esto significa que medir adecuadamente las reducciones de emisiones o la eficiencia energética no solo tiene un valor reputacional, sino también un impacto financiero directo, al facilitar el acceso a capital más barato y proyectos de inversión sostenible.
En América Latina, este cambio es particularmente relevante. Países como Brasil, Chile y México ya están emitiendo bonos vinculados a sostenibilidad y promoviendo marcos regulatorios más exigentes en materia de reporte ambiental. No obstante, aún persiste la necesidad de capacitar a las pymes, que constituyen más del 90 % del tejido empresarial de la región, para que adopten herramientas de medición y puedan insertarse en cadenas de suministro que exigen criterios ESG.
El reto está en transformar los datos en decisiones. Contar con indicadores es solo el primer paso; lo fundamental es que las empresas los utilicen para rediseñar procesos, innovar en productos y mejorar la eficiencia. La verdadera revolución de los datos verdes no es únicamente medir, sino convertir la sostenibilidad en un motor de rentabilidad y resiliencia empresarial.









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