Marcas con propósito, la respuesta a un mercado desconfiado
- Walter Rivera
- 18 sept
- 2 Min. de lectura
En un contexto global marcado por la incertidumbre económica, la crisis climática y la desconfianza hacia las instituciones, los consumidores buscan más que productos o servicios: demandan marcas con propósito que representen valores y respondan a problemáticas reales.

(M&T)-.Este cambio en la relación entre empresas y clientes no es menor; se ha convertido en un factor decisivo para la lealtad, la reputación y la sostenibilidad de las compañías.
Estudios como el Edelman Trust Barometer 2024 confirman esta tendencia: el 63% de los consumidores a nivel mundial asegura que el compromiso social y ambiental de una empresa influye en su decisión de compra. En América Latina, donde las brechas sociales y los impactos ambientales son más visibles, este aspecto adquiere un peso aún mayor.
La gente espera que las marcas no solo comuniquen, sino que actúen de manera coherente.
El propósito empresarial va más allá de la responsabilidad social tradicional. Implica integrar la sostenibilidad, la ética y la transparencia en la esencia de la compañía, desde su modelo de negocio hasta la forma en que se relaciona con empleados, proveedores y comunidades. De esta manera, las marcas se convierten en agentes de cambio, capaces de generar confianza en un mercado cada vez más escéptico.
Un ejemplo destacado en la región es la apuesta de empresas de consumo masivo y retail que han adoptado programas de reciclaje y economía circular, no solo como campañas de marketing, sino como iniciativas permanentes. Otras compañías han priorizado la inclusión laboral y la igualdad de género, demostrando que el propósito puede traducirse en políticas tangibles que generan valor tanto económico como social.
Sin embargo, la adopción de un propósito auténtico conlleva riesgos. Cuando las acciones no son consistentes con los mensajes, los consumidores reaccionan con desconfianza. Este fenómeno, conocido como greenwashing o purpose-washing, puede tener un efecto negativo aún mayor que no tener propósito declarado. La clave está en la coherencia: cada promesa debe estar respaldada por hechos medibles y verificables.
El auge de la tecnología y las redes sociales ha amplificado esta realidad. Los consumidores, especialmente las nuevas generaciones, tienen más herramientas para exigir transparencia, denunciar incoherencias y premiar a las empresas que realmente cumplen con lo que prometen. En este sentido, las marcas con propósito logran generar comunidades digitales más sólidas, donde el cliente no solo compra, sino que se siente parte de un movimiento.
En definitiva, en tiempos de incertidumbre, las marcas con propósito no son una estrategia de moda, sino una necesidad estratégica. Las empresas que logren alinear su propuesta de valor con causas sociales y ambientales auténticas estarán mejor posicionadas para enfrentar un mercado cambiante, atraer talento y fortalecer su reputación a largo plazo.
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