Gestión de riesgos empresariales en un entorno geopolítico tenso

América Latina ha demostrado ser una región resiliente, pero también altamente vulnerable a las turbulencias geopolíticas globales. En un contexto de tensiones crecientes entre potencias como Estados Unidos, China y Rusia, los efectos colaterales se sienten cada vez más en el ámbito empresarial.

(M&T)-. Desde disrupciones en las cadenas de suministro hasta volatilidad en los mercados financieros, la región enfrenta desafíos que requieren estrategias de gestión de riesgos más sofisticadas y proactivas.

En este escenario, las empresas latinoamericanas están comenzando a entender que la gestión de riesgos ya no puede limitarse a factores internos como fraudes o incumplimientos regulatorios. Las amenazas externas, como conflictos internacionales, guerras comerciales y sanciones económicas, deben incorporarse a los modelos de planificación estratégica. Esta tendencia marca una evolución en la cultura corporativa regional, que históricamente ha estado enfocada en la adaptación reactiva más que en la prevención estructurada.

Uno de los principales riesgos emergentes es la dependencia de insumos provenientes de zonas geopolíticamente inestables. Sectores como el farmacéutico, el tecnológico y el automotriz han experimentado interrupciones ante bloqueos logísticos o cambios abruptos en acuerdos comerciales. Empresas en México, Brasil y Centroamérica han tenido que diversificar proveedores y fortalecer capacidades de abastecimiento local para mitigar el impacto.

Además, la ciberseguridad ha cobrado protagonismo como parte integral de la gestión de riesgos. La digitalización creciente ha expuesto a muchas organizaciones a amenazas cibernéticas provenientes de actores estatales o grupos asociados a conflictos geopolíticos. Invertir en ciberdefensa y en inteligencia estratégica se ha vuelto prioritario, especialmente en sectores sensibles como energía, finanzas y telecomunicaciones.

Otro eje clave es la inestabilidad política interna como catalizador de riesgos externos. En países como Argentina, Perú o Nicaragua, la polarización política interna ha debilitado las capacidades institucionales para responder a choques externos. Esto crea un entorno de alta incertidumbre jurídica y económica que dificulta la atracción de inversiones y la sostenibilidad de operaciones a largo plazo.

Frente a este panorama, se impone la necesidad de crear unidades especializadas de gestión de riesgos geopolíticos dentro de las empresas, con equipos multidisciplinarios que analicen escenarios, anticipen impactos y desarrollen planes de contingencia. La colaboración con centros de pensamiento, organismos multilaterales y firmas de análisis político también se ha vuelto una práctica cada vez más valorada.

Por último, las compañías más resilientes han sido aquellas que han adoptado una visión integral de la sostenibilidad. Incorporar criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) no solo fortalece la reputación corporativa, sino que también protege contra riesgos reputacionales y sanciones relacionadas con prácticas no alineadas a estándares globales.

En definitiva, la gestión de riesgos empresariales en América Latina exige una transformación profunda. Comprender la dimensión geopolítica y actuar con agilidad e inteligencia estratégica será clave para sostener la competitividad en un mundo cada vez más incierto.

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