Por Hernán Imhoff, Presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de Tamarindo.
(M&T)-. La posición de las Cámaras del sector se fundamenta, entre otras razones, porque la decisión se tomó de manera intempestiva tomando por sorpresa a propios y extraños en una industria donde los clientes suelen realizar sus preparativos de viaje con seis meses de anticipación.
Esa solicitud generó una gran preocupación en viajeros, quizás en miles de ellos, que de una sola vez realizaron las respectivas cancelaciones de las reservaciones generando pérdidas millonarias y poniendo otro obstáculo más en el camino hacia la reactivación económica.
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Por ahora, el Tribunal Contencioso Administrativo puso un alto –mientras se dicta una resolución final- en el camino para saber si el Código QR se transforma o no en una especie de pasaporte sin el cual las personas quedarán fuera de casi toda actividad laboral, económica, social y de otros muchos rubros.
No obstante, debemos ser claros en que las Cámaras de Turismo emprendimos esta lucha por razones muy distintas a las que esgrimen los grupos antivacunas fieles seguidores de las más disparatadas teorías de la conspiración, unas tan alocadas que han llegado a sostener que la tierra es plana o que la actual Pandemia es una obra siniestra de unos cuantos mega millonarios (Bill Gates, George Soros, etc, etc) que confabulan para apoderarse del mundo.
Desde el sector empresarial vemos a los Códigos QR como una herramienta sumamente útil que puede aportar mucho al combate contra el Covid-19, pero que necesita de un tiempo prudencial para que las compañías tomen las previsiones del caso e incluso el mismo gobierno afine los procedimientos para obtener esa certificación digital. Sin embargo, esa disposición debería entrar en vigencia a partir de mayo del 2022 para evitar perjuicios a los turistas que ya tienen reservaciones hechas con la debida antelación.
Mientras eso ocurre debemos mantenernos firmes en el cumplimiento de los protocolos sanitarios como el distanciamiento social, el uso de tapa bocas y el impulso de las campañas de vacunación a lo largo y ancho del país que empiezan a mostrar buenos resultados en la reducción de los contagios.
Creer en maquinaciones invisibles más bien agrava el problema y; de paso, revela que para la falta de raciocinio no hay cura posible.
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