Por: Malka Mekler
Desde el 2011 el Banco Mundial se ha encargado de hacer conteos analizando la cantidad de personas que no tienen una cuenta bancaria, en la última edición presentada en el 2017 se contabilizó que alrededor de 1,700 millones de personas no tenían una cuenta bancaria. Esto generó la pregunta de quiénes son y dónde están estas personas que no forman parte de los sistemas financieros, dando como resultado que las personas con menores recursos son las que suelen no ser parte de estos sistemas.
En el evento Cenpromype organizado por el Sistema de la Integración Centroamericana, Ingnacio Carballo, docente e investigador de la exclusión financiera explicó sobre el panorama actual de las banca tradicional y el cambio hacia la banca digital.
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Tras la crisis financiera, en septiembre 2015 con la publicación de la nueva agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas se intento promover la iniciativa del acceso a los sistemas financieros de una manera más amplia.
La inclusión financiera se observa como un proceso evolutivo desde el concepto de microcrédito. Hoy por hoy la única forma de promover la inclusión financiera es por medio de las fintechs.
El sector financiero ha cambiado considerablemente en los últimos 10 años, tanto así que de las 10 empresas financieras más relevantes en el mundo solo 4 persisten en los primeros puestos desde el 2010. Cinco de cada diez de estas se ha convertido en plataformas que se apalancan en externalidades de red digital, conforme pasan los años la banca ha buscado diferentes maneras de formar parte de esta disrupción por lo que han optado por comprar fintechs o lanzar al mercado su propio sistema financiero digital.
Cabe destacar que en América Latina aún no existen plataformas como Amazon que permitan tener al cliente todas las opciones en un solo lugar, la aplicación que más se acerca a esto es Rappi. América Latina siempre ha sido rezagada en comparación a otros sistemas financieros, pero esto no significa que no son resilientes ante las nuevas disrupciones que hay en el mundo.
Para el experto la meta que tiene todo este proceso de disrupción es la inclusión social de manera amplia, menciona que ser disruptivo es hacer las cosas de manera distinta y no a menos costo.
Dentro del rol que juega el gobierno en este proceso, indicó que este debe de marcar incentivos, hacer una política de desarrollo que haga que el sector privado vaya hacia donde el país le conviene. Además, destaca las economías emergentes y la importancia de abrir canales de diálogo para así armar estrategias de inclusión, diagnosticar, monitorear y evaluar su proceso.
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